Capítulo 22. "Bailar" no significa Bailar - POAW
Capítulo 22
“Bailar” no significa bailar
—¡Que hiciste, ¿qué?! Anna, cielo, lo siento, pero ¿qué
en la vida pudo haber ocurrido para que ambos terminaran separados? ¿Lo
encontraste en la cama con otra mujer?
—No, mamá, no es eso.
—¿Entonces qué? Todo parecía ir bien entre ustedes. No me
malinterpretes tampoco hija, yo estoy de tu lado siempre, pero quiero saber, ¿Adam
no fue bueno en la cama cuando estaban allá? Piensa que algunos hombres se
ponen tímidos cuando no lo hacen en sus propias camas, tal vez eso te desanimó.
Casi me ahogué con mi propia saliva al escucharla. Si tan
solo ella supiera que Adam y yo tuvimos nuestra primera relación en casa de
Key. Eso de dormir en cama ajena no era problema para Adam.
—No, mamá. ¡Claro que no es eso! —respondí en el
teléfono, exhausta mental y físicamente—. Es solo que…
—Adelante, Anna, puedes decírmelo en confianza.
Respiré hondo, tratando de controlar el impulso de llorar
y contarle que quería a Adam de regreso. Me sentía tan tonta por alejarlo de
mí.
—Necesito espacio para pensar. Pensar en si tomé la
decisión correcta casándome con él y todo su equipaje.
Escuché que mamá movía un asiento al fondo, luego el
timbre de la puerta sonó y ella resopló con molestia.
—Eso me parece una gran y gorda mentira —dijo mientras
escuchaba sus pasos al caminar—, ¿dónde estará metido tu padre? Tocan a la puerta
y en mi condición no puedo moverme mucho.
Fruncí el ceño ante sus palabras.
—¿En tu condición? ¿Cuál condición, mamá? ¿Estás bien?
Ella hizo una pausa y pronto se puso a balbucear palabras
poco entendibles.
—¿Qué ocurre? —pregunté de nuevo.
Finalmente ella suspiró y detuvo sus pasos.
—Lo siento hija, esperaba darte esta noticia una vez que
vinieras de luna de miel, no esperaba que sucediera lo que sucedió contigo y
Adam —respondió con pesar.
—¿Qué noticias tienes para darme?
Me moví incómoda por la pequeña cabina telefónica ubicada
dentro del café en el que Adam me había dejado refugiada hace más de dos horas.
La chica del mostrador ni siquiera me observaba por mirar con atención a su
revista de moda.
Regresé a la conversación con mi madre, quien suspiró una
vez más por el teléfono.
—No quiero que te preocupes, Anna. Tampoco quiero que
sientas la necesidad de detener tu vida solo para venir a verme… —hizo otra
larga pausa y tragó ruidosamente—. Cielo, últimamente no me estuve sintiendo
bien. Mi presión bajó varias veces en esta semana, y en una de esas ocasiones
quedé inconsciente por breves minutos.
Jadeé en voz alta, preocupada al instante por ella.
—Pero, ¿qué pasó? ¿Pudiste ir al doctor? ¿Estás bien?
—Fui hace una semana atrás, con tu padre. Seguía sintiéndome
mal… incluso en tu boda. Tuve fuertes mareos constantes y mi cabello estaba
cayendo —respiró hondo, mientras tanto yo no dejaba de imaginar los posibles
escenarios en mi cabeza. Oh Dios, que no
sea cáncer—. Finalmente me atreví a ir y me hicieron unos exámenes de
sangre. Pastel de calabaza, yo…
Pausó otra vez, casi podía presentir las malas noticias,
saborearlas como un cubo de sal en mi boca. Esto iba a ser malo.
—Continúa, por favor. ¿Qué tienes?
—Anna, yo… Cielo, yo estoy embarazada.
Me detuve en seco de echarme a llorar. Mi mente procesaba
sus palabras con incredulidad y con sorpresa.
—Di algo, calabacita —suplicó ella.
Abrí la boca para responder, pero nada salía. En blanco.
Así era como uno reaccionaba ante su madre de más de cuarenta años cuando
anunciaba que estaba embarazada. En shock.
—¿Cómo? —eso fue lo único que pude balbucear.
—Lo siento, hija. Quería decírtelo desde antes pero no
quería robarle protagonismo a tu boda… o a tu embarazo. La doctora dijo que
tengo tres semanas y media. ¿Adivina quién es mi nueva ginecóloga? ¡La Dra.
Bagda! La misma que tú tienes.
Seguía en blanco. No siempre tenías la dicha de compartir
ginecóloga con tu madre embarazada al mismo tiempo que tú.
—Mamá… ¿Qué? ¡¿Estás bromeando?! —grité demasiado fuerte.
Esta vez sus palabras ya habían cavado su camino en mi cerebro—. ¿Estás
embarazada? ¿Cómo pudiste quedar embarazada?
—Bueno, ya sabes, la anguila y la cueva, como te enseñé
hace unos años. La chica deja que la anguila resbaladiza entre a su cueva y
deje a sus crías para abrigarlas de noche… Se lo copié a un libro que luego fue
película…
—No, no me refiero a eso y lo sabes.
La chica del mostrador volteó su cabeza en mi dirección,
levantando su ceja perforada a medida que yo alzaba la voz. De inmediato bajé
el volumen para no asustar a los otros clientes en el café.
—¿Es de papá? —pregunté. Tenía que saberlo.
—Pero claro que es de él. Ese imbécil me embarazó de
nuevo. Debo tener cuidado porque puede ser de alto riesgo, pero todo va bien
hasta ahora.
Ya la podía imaginar rascando su estómago todavía plano.
—Pensé que me dirías que te detectaron algún cáncer. Me
preocupaste como no tienes idea.
—Jum, irónico —murmuró ella—, si yo te preocupé de esta
forma, imagina cómo de desolado estará Adam.
—No tiene nada ver, no es lo mismo.
—Lo es, cielo. Pero tranquila que no hay enfermedad
alguna; solo un embarazo. Serás hermana mayor.
—Y muy mayor. Mi hermano o hermana va a ser tío antes de
haber nacido.
Si pudiera me reiría de la situación, pero todo lo que
quería hacer era llorar.
—De nuevo, lo siento —se disculpó mamá—. No era mi
intención que esto pasara… pensé que estaba en etapa de menopausia, no
experimentando nuevamente un embarazo.
Ella realmente sonaba arrepentida e incluso un poco
temerosa. Muy pronto comencé a sentirme culpable de ser la causa por la que lo
ocultara.
—Te diría que existen métodos anticonceptivos para eso —comenté
en son de paz—, pero no estoy en condición de juzgar eso.
La última parte la dije viendo en dirección a mi vientre.
Muy pronto la escuché reír con gracia y segundos después me
estaba uniendo a su risa catártica. Era bueno reírse por ironías de la vida.
Después de eso ambas quedamos en silencio.
—Bien, creo que mi contacto ya vino a recogerme —mencioné
cuando vi a Diego salir de su vehículo y dirigirse al café—. No te preocupes
por mí, y si puedes, preocúpate por Adam. No quiero que quede solo, o que
piense que lo amo menos por todo lo que está ocurriendo. Es solo que… quiero mi
tiempo alejada de él. ¿Sueno egoísta acaso?
Mamá no dijo nada al principio, luego la escuché
acomodarse en una silla, golpeando débilmente algún vaso con hielo contra la
mesa.
—Hace un momento tocaban el timbre —comentó de manera
criptica—, era la abuela de Adam. Él acaba de llegar a casa, borracho. Temen
que condujo en ese estado todo el camino. ¿De verdad te vas a desaparecer, así
como así? ¿Luego de todo lo que pasaron? Sí, comprendo, quiero también
arrancarle el pelo a la chica esa, Rosie, pero también recuerda que no debes
dejar que nada los perjudique tanto en su relación. Si tienen problemas,
resolverlos; no correr a la primera oportunidad.
No dije nada porque sus palabras me hacían sentir peor de
lo que ya me sentía.
—¿Él de verdad manejó en estado de ebriedad? —mordí mi
labio para evitar decir algo más, algo que me llevara de regreso sólo para
verlo de nuevo.
—No te estoy mintiendo. Ella está ahora llorando en la
sala, tu padre está con consolándola.
—Pero, ¿Adam está bien? ¿No le ocurrió nada? —soné más
preocupada de lo que quería.
—No, no le pasó nada. Está llorando junto a tus libros,
pero más allá de eso debe estar bien… físicamente. El pobre debe tener el
corazón roto, eso cuesta más en curar.
—Espera un momento —dije, calculando el tiempo en que
mamá pudo haber recibido la noticia de la abuela de Adam si nunca dejó de
hablar conmigo en primer lugar—. Me estás mintiendo. No has hablado con la
abuela de Adam, sería imposible. Estuviste hablando conmigo todo este tiempo.
Hubo una pausa larga y luego ella balbuceó cosas
incoherentes.
—Está bien —suspiró—, te mentí. Quien tocaba la puerta
era el chico que vende donas. Pero, calabacín, te llevaste un buen susto. Al
menos sirvió para que reconsideraras regresar.
Apreté las manos sobre el teléfono y me rasqué la cabeza
cuando vi a Diego entrar al café y buscarme con la mirada.
—¿Sabes qué? Me tengo que ir. Eres malvada. Dime la
verdad, ¿estás embarazada o no de papá?
—Bien, eso sí que es verdad —murmuró de mala gana—. En
esto soy muy sincera, calabaza. Incluso mi miedo es real…
Respiré hondo y luego le hice una señal a Diego para que
esperara por mí.
—Ya hablaremos de eso después mamá. Sigo sin poder
creerlo.
—Si quieres te mando el ultrasonido que me hicieron.
Me estremecí un poco. ¿Mamá embarazada de nuevo? Eso era
traumático.
—No es necesario, te creo. Te dejo mamá. Cuida de Adam.
—Lo haré. Aunque aún pienso que estás tomando una pésima
decisión.
Colgué sin despedirme más. No quería procesar el
resultado de mis acciones, al menos no todavía. Me sentía culpable por dañar a
Adam de esta manera.
—Lamento la demora —escuché que dijo Diego detrás de mí—.
Mi turno terminaba hasta más tarde y tuve que enseñarle unas cosas al chico
novato que limpia mesas para que me cubriera.
—¿Qué tal lo hace? —pregunté.
Diego hizo un pulgar hacia abajo.
—Terrible. Pero sabe seguir recetas y le dejé unas
cuantas mientras llego a atender el restaurante. ¿Lista para irnos?
Levantó su mano para recoger la maleta que descansaba a
mi lado.
—Perdona si te llamé en un mal momento. No era mi
intención volver a molestar a tus abuelos, pero las cosas no salieron como
pensé que saldrían —comenté viendo hacia el suelo, a sus zapatos deportivos.
—No te preocupes, Anna. Para una chica hermosa siempre
hay tiempo —contestó él.
Caminé mirando hacia el piso de baldosas y me despedí de
la chica tras el mostrador. Ella me había regalado dos tazas de chocolate
caliente mientras esperaba por Diego y mientras lloraba por Adam.
—Gracias. Nuevamente, perdóname por sacarte de tu trabajo
—le repetí a él.
—Es un placer poder ayudar a una amiga.
Pronto subí a su auto y en todo el viaje me carcomían mis
pensamientos. Me sentía más bipolar que nunca; había minutos en los que me daba
una palmada mentalmente por mis malas decisiones, luego me felicitaba por
haberlas tomado.
Pero tal y como decía el dicho: mi cama ya estaba hecha,
solo quedaba dormir en ella.
La abuela de Diego, la Sra. Ross, me aceptó sin ningún
inconveniente y no le molestó para nada que abusara de su hospitalidad de nuevo.
Me abrazó como si supiera que necesitaba un buen abrazo y luego me alimentó con
galletas de chispas de chocolate mientras escuchaba pacientemente mi historia.
Cuando llegué a la parte final en la que le pedía a Adam algo de tiempo, y que
las palabras de Rosie en verdad me habían afectado, ella puso cara comprensiva
y se limitó a confortarme sin juzgar mis actos.
Comí hasta que me dolió el estómago y me desahogué hasta
que me sentí vacía; luego subí a la habitación que los Sres. Ross asignaron
para mí desde la primera que vez que había dormido en su casa.
El Sr. Ross era un señor encantador, de pelo blanco y
barba espesa; me recordaba en cierto nivel a papá Noel. Él fue el primero en
ofrecerme un lugar donde quedarme el tiempo que fuera necesario, pedí disculpas
por cualquier molestia y luego me aceptaron sin recibir nada a cambio; aunque
esperaba no estorbar demasiado y relajarme por al menos unos días mientras
decidía si ir a casa de Rita o con mi madre recién embarazada.
Los días pasaron y caí en una rutina regular. Ayudaba
como podía en el restaurante, pero Diego casi no quería que trabajara allí, así
que me iba de ayudante de la Sra. Ross. A ella le gustaba hacer todo tipo de
postres y pastas para la cena. Me enseñó a preparar galletas de avena y de
cereal junto con sus deliciosas galletas con chispas de chocolate.
De esa manera pasaron dos semanas, hasta que vino la
incomodidad.
Dos semanas después
—¿Ese de allí es Adam? —le pregunté a Diego mientras veía
pasar a un chico con cabello un poco largo, de color negro azabache. El chico
era de la misma constitución de Adam; miré atentamente hasta que lo perdí de
vista cuando entró en la cocina del restaurante.
—¿Quién? —preguntó Diego a mi lado.
—Ese chico de cabello negro que acaba de entrar en la
cocina —murmuré de nuevo.
Diego rodó sus bonitos ojos y regresó la vista a la pila
de recibos y facturas por pagar.
—¿Es normal que te imagines a tu ex esposo cada vez que
mires a alguien con el pelo negro?
Fruncí el ceño.
—Adam no es mi ex.
—Todavía.
—¿Eso qué quiere decir? Solo necesito un tiempo para
pensar…
—Sí, sí. Lo tengo. Solo quieres pensar las cosas. Están
en un “descanso”.
Me crucé de brazos sobre la mesa.
—¿Y a qué viene esa amargura?
Él descartó el tema con un simple gesto de manos.
—Nada. No pasa nada.
—Oh —abrí los ojos enormemente dándome cuenta de la
realidad—, lo siento. Probablemente tu familia debe estar aburrida de tenerme
en su casa. Perdona; prometo estar solo unos días más y probablemente busque
refugio en casa de mi amiga Rita.
Diego detuvo lo que estaba haciendo y me miró como si me
hubiera vuelto loca.
—No se trata de eso. A mis abuelos, lo creas o no, les
encanta que estés con ellos. Pasaron mucho tiempo sin cuidar de alguien, mi
abuela tiene debilidad por casos como los tuyos.
—¿Casos como los míos? Te refieres a casos de caridad,
¿cierto?
—No lo malinterpretes, no me refiero a casos de caridad.
Es más como… Bien, hace meses recibió a una chica que vivía a tan solo unas
calles de aquí, su esposo la maltrataba y mi abuela decidió darle refugio. Se
fue hace como un mes de la casa porque su esposo desapareció en ese tiempo y
ella pudo rehacer su vida; mis abuelos quedaron devastados porque volvieron a
la misma rutina aburrida que tenían sin ella. Ellos adoran cuidar de la gente y
aman cuando la casa se llena de personas y de… vida, en general.
Asentí en comprensión, sonriendo por lo caritativos y
hospitalarios que fueron conmigo desde un principio.
—Tus abuelos son los mejores. Me gustaría aportar más
para ellos.
Diego regresó a sus papeles y facturas mientras intentaba
disimular una sonrisa.
—Ya lo haces, créeme. Les caes mejor que mi novia.
Escuché un suspiro hondo de su parte y pronto volvió a
perderse en su mundo de finanzas mientras yo pensaba en la relación de la novia
de Diego con Rosie, ambas hermanas y cómo ellas tenían relación con cierto
chico de ojos verdes.
Me retorcí un poco en mi asiento. En todo este tiempo no
había sabido nada de Adam, aunque siempre me comunicaba con mamá al menos una
vez al día.
Me pedía consejo sobre cómo soportar las náuseas
matutinas ya que no recordaba lo que era sentirlas con puntualidad. Por lo
general no me tocaba el tema de Adam o su familia, ni siquiera lo mencionaba
por accidente, aunque me moría de ganas por saber más de él. Pronto entendí que
comenzaba a alejarme de ellos, de mi familia y amigos, y se me encogía el
corazón. Me sentía como una mala persona. La peor.
Diego notaba mi preocupación como si fuera mi segunda
piel, al instante tendió su teléfono celular a mi alcance.
—Toma —me indicó—, llama a tu madre. Parece como si la
necesitaras en este momento.
—¿Tanto se me echa de ver?
Diego solo asintió con la cabeza y de nuevo me instó a
tomar su teléfono. Lo sujeté con fuerza y me levanté para tener algo de
privacidad con mamá, tenía la urgencia de saber cómo estaba Adam y me daba pena
que Diego viera lo patética que yo era.
Justo cuando me dirigía a marcarle a mamá, cayó un
mensaje al teléfono; fue inevitable no notar que el dueño de dicho mensaje era
Rosie.
Observé por el rabillo del ojo a Diego mientras él
continuaba haciendo cálculos. Sabía que era de mala educación revisar sus
textos o su información privada… pero tenía tantas ganas de hacerlo que mis
dedos picaban por abrir el mensaje; noté que tenía una imagen adjunta y mi
mente se obsesionó al respecto. Ahora más que nunca quería verlo.
Y lo hice.
Lo abrí.
Y luego me arrepentí con el alma de haberlo hecho.
Solté el teléfono y cayó al suelo con un ruido sordo. Se
me aceleraron los latidos del corazón y llevé mis manos a mi garganta,
observando mientras la mitad de la gente en el restaurante prestaban su atención
a mis torpes intentos por recuperar el teléfono.
Diego llegó a mi rescate y se tomó la molestia de recoger
el aparato.
—Lo siento —me disculpé de inmediato. El teléfono perdió
la batería y tenía el presentimiento que también había causado daños en la
pantalla—. Prometo que te lo voy a pagar, en caso de que esté inutilizable
ahora. De verdad, simplemente resbaló de mis manos.
Él estaba tranquilo y descartó mi oferta con una sonrisa
y un guiño.
—Tranquila, vaquera, no le pasó nada al teléfono. ¿Ves? —lo
puso frente a mi cara para que lo apreciara. No tenía ni un rasguño—. Ahora,
¿tú estás bien? Te noto un poco agitada, ¿qué ocurre? ¿Recibiste malas
noticias?
Negué con la cabeza, no pudiendo sostener su penetrante
mirada. Al menos no después de lo que había visto.
—¿Quieres intentar llamar de nuevo? —preguntó él.
Asentí, con el rostro sonrosado.
Me pasó otra vez el teléfono y se alejó para darme
privacidad. Ahora me sentía culpable por revisar sus mensajes; no tenía por qué
haberlo hecho. Yo merecía una patada mental.
Esperé hasta que el móvil estuviera encendido y mi dedo
titubeó cuando Diego recibió otro mensaje casi al instante, era de la misma
persona que le había enviado el anterior. Dudé por medio minuto, pero me atreví
a ver el segundo mensaje. Tenía miedo de encontrar el primero de nuevo así que
entrecerré los ojos para evitar ver la imagen que me traumatizó esa primera
vez.
Nop.
Allí estaba de nuevo. Rosie había reenviado el mismo texto
con imagen de antes, esta vez tenía una oración bajo la fotografía: “Bailando
en parejas”.
Era, por segunda ocasión, una foto de Diego. Desnudo.
Desnudo sobre una cama. Desnudo sobre una cama con una chica igual de desnuda
que él. Desnudo sobre una cama con una chica desnuda que actualmente se llamaba
Rosie y que acosaba a Adam.
¿Ella y Diego se acostaron? Pero, ¿cuándo?
Ignoré la parte que más sobresalía de Diego y me
concentré en hacer un acercamiento a la cara de la chica de pie detrás de él, sin
duda era Rosie. ¿Por qué ella necesitaba enviarle esas imágenes a Diego? Hice
un poco más de acercamiento y sí, era ella. ¿Qué pasó con su hermana? ¿Sabía
ella que Diego y Rosie tuvieron algo?
—¿Terminaste de llamar?
La voz de Diego tras de mí me hizo sobresaltar de una
manera inesperada. Entré en pánico y presioné la pantalla con fuerza.
No había terminado de girarme para tenerlo al menos cara
a cara, cuando él ya estaba viendo por sobre mi hombro. Sus ojos se abrieron
enormemente cuando notó lo que observaba en su teléfono.
—Oh, vaya —comentó, su rostro comenzando a colorearse.
Tosió un poco y se rascó el cuello con incomodidad.
¡Qué vergüenza! Me atrapó viendo la fotografía.
—Yo… puedo explicarlo —patética. Así me sentía. Patética
y avergonzada.
—No sabía que mirabas… eso, en el teléfono.
—Perdona —me disculpé casi de inmediato—. No pude
aguantar las ganas de verlo. Mis dedos fueron rápidos y…
—No, nop. Sin explicaciones —volvió a rascar su cuello
con urgencia—. Solo… esto es incómodo. No sabía que necesitaras ver eso.
—No, no lo necesito. De verdad, fue mi torpe curiosidad —procedí
a enseñarle la pantalla de su celular, con arrepentimiento porque ahora conocía
la foto con Rosie—, ¿ves? Pura curiosidad.
Diego tosió y se puso más rojo de ser posible.
—Sí… yo no… Creí que ya habías visto una, pero… —abrió la
boca, mirando hacia la pantalla, sin poder procesar palabra alguna.
—Yo sé —lo interrumpí—. De hecho, esta es la segunda que
veo.
—Oh, guau —tosió nuevamente, incómodo—, no necesitaba
saberlo. Si gustas, tengo videos y una computadora en donde puedes ver más.
—¿Qué? —¿él tenía videos con Rosie, más fotografías con
ella? —. No, para nada. Eso ya sería demasiado. La verdad es que no sabía que
existían videos. Es fuerte.
—¿No sabías? Pero claro. Tengo uno donde hay colgado un
columpio para techo y…
—En realidad… ahora soy yo la que no necesita saber eso.
—Bien. Puedo conseguirte más imágenes si las quieres.
Tengo un par en mi oficina.
Se quedó en silencio mientras sus mejillas se volvían el
doble de rosadas. Su cuello ya debería estar en carne viva debido a la urgencia
con la que lo rascaba.
—¿Estarías dispuesto a enseñármelas? No es que quiera ver
más, créeme. Tengo suficiente con esta.
—Puedes ver más, te lo aseguro.
—No lo creo, pero igual, mil disculpas —volví a repetir—.
Entiende que me obsesioné con verlo.
—Claro, urgencias femeninas, supongo.
—¡Exacto! Y es que somos tan curiosas, no pude evitarlo.
¿Estás enojado conmigo?
—¿Yo? ¿Por qué veas porno en mi teléfono? No, para nada.
Fruncí el ceño. ¿Ver porno? Pero si era él el de la
imagen.
Diego apuntó a su celular haciendo un gesto con la boca.
—No lo esperaba de ti —continuó diciendo—, pero si es lo
que necesitas.
Se encogió de hombros, rascando su cuello otra vez.
Pronto volteé el teléfono en mi dirección, observando lo
que él creía que estaba viendo.
¡Queridos patitos bebés! El acercamiento que había hecho
a la cara de Rosie se había movido de lugar y ahora estaba convenientemente
ubicado en… el… miembro de Diego. Era un acercamiento de primera plana para una
imagen de tan buena calidad. Se podía apreciar todo. TODO. Cada fisura y cada…
agg, cada pequeña cosa en su lugar.
Oh mierda. Ahora él creía que miraba el paquete de tipos
desnudos al azar, en su teléfono.
Mi rostro se calentó con fuerza.
—Esto… —me quedé sin habla. Abrí y cerré la boca,
muriendo de vergüenza poco a poco—. No es esto a lo que me refería cuando dije
que solo había visto dos.
—¿Fueron más? —preguntó él, como si hablar del miembro
masculino fuera lo más normal de la vida—. Es… interesante, Anna. No te juzgo.
—No, de verdad no fueron más. No entiendes… —vergüenza.
Trágame tierra.
Él se encogió de hombros, siempre con el rostro en rojo.
—¡Tampoco pienses que paso viendo el… paquete a
desconocidos! —grité un poco más fuerte de lo que quería—. El de la foto eres
tú.
Si su cabeza pudiera explotar debido al fuego interno,
estaba segura que la suya ya hubiera colisionado. Retrocedí las palabras en mi
mente, pensando en lo que había dicho y muy tarde me di cuenta del error. ¡Le
dije que estaba viendo su “paquete”! ¡El suyo! ¿Qué clase de pervertida
creeróía ahora que era?
—Diego, eso sonó mal —comencé a tener palpitaciones
desagradables—. Sí, eres tú, pero fue un accidente… Está bien, tenía curiosidad,
ya luego me arrepentí con toda el alma.
Él trató de aclararse la garganta y de igual forma falló
en el intento.
—¿Cómo...? ¿Soy yo? No sabía que te atraía tanto.
Me mordí el labio, sintiéndome estúpida.
—Oh, no. No me atraes… Bueno, sin ofender. Tienes bonitos
ojos azules, y tu cara es tan limpia que parece piel de bebé, pero… No, no eres
mi tipo.
—¿Entonces ese es mi…? —señaló la imagen, todavía en
acercamiento a su “paquete” recién depilado.
Casi de inmediato la moví de lugar. Lo que fue un error
porque se acercó aún más, cubriendo toda la pantalla. Intenté presionar mis
dedos para alejarla, pero ambos no querían cooperar. La pantalla táctil del
celular no funcionaba correctamente.
—Déjame a mí —se ofreció Diego, pero yo negué con la
cabeza.
—Ya lo tengo, espera.
Presioné tantas veces que accidentalmente terminé tomando
una captura de pantalla.
Tomé.Una.Captura.De.Pantalla.A.Su.Entrepierna.Completa.Su.Paquete.
Mis nervios estaban a su nivel máximo.
Una pequeña notificación sobre “compartir imagen” se
presentó en la pantalla y pulsé “cancelar” pero no se cancelaba. ¡La pantalla
estaba congelada!
—Esto… —murmuré con los dientes apretados, muriendo de vergüenza—.
Creo que la caída lo afectó.
Volví a presionar cancelar, aunque parecía que no se
movería de lugar. Finalmente, el enunciado sobre compartir cambió a uno de “compartir
con…” Mis pulgares se movían a gran velocidad para evitar compartirla, pero una
lista de sus contactos se desplegó por accidente.
Sudor bajaba por mi frente, intentando cancelar cualquier
acción, pero parecía como si el teléfono tuviera vida propia. Al parecer mi
constante presionado de dedos hizo que “Diego” compartiera la imagen con “Tía
Amy” y “Padre Salomón” en sus muros de Facebook.
—¡Mierda! Lo siento tanto —dije en voz alta—. Oh por… Se
compartió la captura de pantalla. No puede ser, no puede ser, no puede ser. Lo
siento tanto.
—¿Qué? —Diego respingó—. Anna, ¿qué?
Ya era muy tarde. La foto ya circulaba por internet, más
específico en el Facebook de ambos contactos. Tía Amy contestó con una cara indignada,
y al parecer, en cuestión de segundos, sus amigas ya estaban dándole “me gusta”
a la imagen.
Por otro lado, Padre Salomón no había respondido nada…
aún.
Tragué saliva y miré nerviosamente a Diego.
—¿Era “Padre Salomón” un cura de verdad? ¿O era tu padre?
—pregunté, avergonzada—. Espero que no fuera alguien cercano.
Diego frunció el ceño.
—Es el cura de la pequeña capilla de la iglesia. Nos
contactó para servir la comida en un evento este fin de semana para contribuir
con la prostitución. Anna, ¿qué hiciste?
Estaba a punto de llorar desconsoladamente.
¿Se podía morir de vergüenza?
Ahora era buen momento para desmayarme y poner de excusa
un bajón de presión.
¡Vamos gemelas, apoyen a la causa para mami!
Pero ninguna obedeció y el momento se hacía eterno.
Diego me arrebató el teléfono casi al instante.
—¡Anna! ¿Qué? —él no podía creer lo que estaba viendo—. Fantástico,
ahora el Padre Salomón me envió un mensaje privado. Dice que soy un depravado y
que espera que corrija mis caminos de promiscuidad, pero que no me estará
necesitando para el evento de fin de semana.
—Perdóname, perdóname, perdóname, perdóname. Lo que pasa
es que estaba a punto de llamar a mamá cuando recibiste un mensaje. Era de
Rosie —ahora su rostro tomó otro color, ya no era sano—. Fue mi culpa, abrí el
mensaje y vi la imagen que ella mandó adjuntada. Eran tú y ella.
—¿Rosie lo envió? —preguntó él, tragando saliva.
Asentí con la cabeza mientras mi estupidez llegaba a un
nuevo nivel.
—Y luego envió otro texto —continué—, es la misma imagen,
pero ahora puso palabras en él. Decía “Bailando en parejas”. El título parecía
inofensivo, ahora sé que “bailar” no significa bailar realmente.
Diego relajó el rostro, aunque todavía lo podía ver
pensando en cómo borrar y pedir disculpas públicamente sobre la imagen que
accidentalmente yo envié. Su rostro comenzó a suavizarse tanto que terminó por
reírse de la situación. Pronto él se estaba riendo en voz alta. Sosteniendo su
estómago, apretando sus costillas.
Yo no lo encontraba gracioso.
—Oh, espera —dijo en medio de sus risotadas—. La tía Amy
me respondió. Dice que no le hable nunca más, y que ya sé qué hacer con la
imagen, que la meta por donde no me dé el sol.
Se rio con más fuerza de la normal.
Pronto se secó las lágrimas que salían de sus ojos
llorosos de tanto reír. Mientras tanto yo me encontraba mortificada.
—Perdón, pero todo esto es un mal entendido —dijo él,
tratando de controlar los impulsos de reír de nuevo que le ganaron miradas
extrañas de los comensales— ¿Si recuerdas que yo soy stripper a medio tiempo? Hace
años lo vengo haciendo, paga las facturas cuando el restaurante tiene poca
demanda, y paga la universidad. Esa imagen que viste es vieja. Solo era para
una revista francesa un poco subida de tono. Nos habían pedido una pareja para
ese artículo de “bailar” es más que bailar. Le pedí a Rosie que fuera mi pareja
debido a que ella solía modelar desnuda; ella la enviaría hoy porque quería descartarla
de una buena vez. Rosie me la transfirió para eliminarla. Con esa imagen fue
cómo conocí a su hermana, Mia. Y luego ella y yo nos hicimos novios.
Ahora la que rascaba su cuello era yo.
—Disculpa —murmuré, me sentía ridícula por husmear entre
sus cosas.
—Ésta será una increíble anécdota para después —dijo él,
moviendo sus cejas de arriba abajo y riendo de nuevo —. Por eliminarla,
compartiste una ampliación de mis bolas a mi tía y a un cura.
—Ya me disculpé —contrarresté, avergonzada.
—¿Qué Adam no te la ha contado? —se volvió a poner serio—.
Ese día nos contrataron a los dos, pero el que se quedó con el trabajo fue él.
Después de eso no lo volví a ver, obviamente él ya no recuerda quién soy porque
eso ocurrió hace años, pero…
—Espera allí —lo detuve, tratando de recopilar lo que él
había dicho—, ¿dijiste que Adam se quedó con el trabajo? ¿Cuál trabajo?
—El de modelo porno —dijo Diego como si fuera lo más
natural—. ¿No te habló de esa época? Él realmente parecía estar constantemente
enojado consigo mismo. No hablaba casi con nadie y lo conocí en el club de
stripper, el mismo club donde tuviste tu despedida de soltera. No hablaba con
él, nadie hablaba con él, ni siquiera su familia o al menos eso tengo
entendido, aunque era el mejor bailarín. Pronto nos llamaron a ambos a modelar
para esa revista y él se quedó con el puesto. Él y Rosie se conocían desde
antes.
—Entonces, ¿Adam sí fue stripper? —comenté apretando los
dientes. El bastardo me había mentido cuando le pregunté—. ¿Y Rosie? Ya sabía
que era una prostituta, pero desconocía su otra carrera.
—Ella solo me ayudó porque ocupaba una modelo femenina y
no había nadie disponible. La foto —señaló al teléfono que aún sostenía en su
mano—, fue como un currículo para ver quién se quedaba con el puesto de
trabajo. Nada más.
Ahora yo me encontraba realmente furiosa. Si pudiera
echaría humo por las orejas, todo este tiempo Adam me había mentido.
—No le digas que yo te conté —suplicó Diego demasiado
tarde—. Olvidé que no podía comentarte nada. Sácalo de tu mente, por favor.
Pero eso era imposible, no podía simplemente eliminarlo y
ya, lo mismo había ocurrido con la fotografía cuando traté de eliminarla o
cancelar. Estaba furiosa.
—¿Sabes cuándo renunció de ser stripper? —pregunté con
los labios apretados.
—Fue hace un par de años, cuando su familia tuvo un
horrible accidente y él se quedó con todo el dinero… Bueno, eso es lo que se
rumora entre los demás empleados.
Adam Tadeus Walker, stripper.
Me había mentido el hijo de puta. ¡Stripper!
Definitivamente le enseñaría más de una lección con mi
separación. Nunca le iba a comentar lo de las gemelas a este paso. Él era un
mentiroso de pacotilla.
Hoy era uno de esos días en los que me premiaba por
haberme ido de su lado de esa manera. Se lo merecía.
Nunca volvería con él. Jamás.
—Pero mira el lado bueno —comentó Diego, sacándome de mis
pensamientos y de mi ira—. Nunca me agradó la tía Amy, daba calcetines blancos
en los regalos de navidad. ¿Quién da calcetines para navidad? Fue bueno que
compartieras mis bolas con ella. Son unas buenas bolas de todas formas.
—Ordinario —murmuré—. Ya dije que fue un accidente.
—Sí, claro. Lo que sea que te haga dormir por las noches,
Anna.
Liaaaa Graciassss por un nuevo capiiiiiiii 💖💖💖💖 necesito saber como sigue😢😢😢😘😘💖
ResponderEliminarLiaaaa Graciassss por un nuevo capiiiiiiii 💖💖💖💖 necesito saber como sigue😢😢😢😘😘💖
ResponderEliminarMmmmm, no sé si sea bueno o male que Ana se haya enterado de eso... pero pasé un buen rato como siempre, gracias n.n creo que hasta yo moría de vergüenza. Espero leerte pronto y muchoooos besitos, linda madrugada
ResponderEliminarUy ahora si que ardera trolla , se tuvo que enterar por Diego que por Adam que fur stripper pero el le habia negado, pues tiene razon Anna con mas razon no debe saber que son Gemelas las que espera
ResponderEliminarOh... Oh... Oh.... Jajajajajaja sigo odiando a rosie. Anna debe decirle de la gemelas a Adam por las bolas de Diego jajajajajaja. Arriba ese animo lia. Ya te había dado por muerta; es en serio. Pasaste un años y dos meses sin postear algo... Gracias, gracias, gracias. Dios bendiga ese don de la escritura. Dios bendiga tú imaginación. Espero estes bien. Saludos 😘😘😘😘😘
ResponderEliminarOmg graciassss Liaaaaa mori de risaaaaa que buen regalo a la tia ajajajajajajaa
ResponderEliminarPobre Adam lo que le espera xD Lía Gracias por este capi
ResponderEliminardios amo esta novela..... anna debe tener una conversación bastante larga con adam..... pero que no se separen ...... se aman demasiado ....... si que me reí con la mama de anna..... y OMG!!!!1 las bolas de diego
ResponderEliminarJajajajaja en serio, solo a Ana le pasan estas cosas.!
ResponderEliminarJajajaja me muero de la risaaaaa como siempre me encantan tus capitulos creo k adam se merece un escarmineto por mentiroso ya basta de k siempre sea ana la celosa hay k encontrar un chico guapo k se fije en ana no crees lia...espero y te encuentres mejor...
ResponderEliminarGracias😍😢, alegraste mi dia 😊
ResponderEliminaraun me rio , llegue a llorar de la risa ..... Gracias lia
ResponderEliminarincreíble! quieeeero mas!! :)
ResponderEliminarGracias. Fue demasiado entretenido. Me gustaria que pase algo entre Diego y ana. Debe hacer pagar a Adam!! Sube más lo antes posible por favor.
ResponderEliminarGracias😍😢, alegraste mi dia 😊
ResponderEliminarME ENCANTAAAAS DE VERDAAD
ResponderEliminarSube más por favor!!! Amo tus historias T.T
Gracias por subir un capítulo :) . Esa Anna y sus locuras, jajajaja, espero pronto otro y que aparezca Adam.
ResponderEliminarNo sabes cómo me reí con este cap. En serio, todo este tiempo sin saber de POAW a valido la pena ������ Extrañaba tú sentido del humor Lía ����
ResponderEliminarxD Las bolas de Diego! Que gracioso jaja
ResponderEliminarGRACIAS LIA!! gracias por otro capitulo más TuT
Omg me encanta leeer PoAw
ResponderEliminarOmg me encanta leeer PoAw
ResponderEliminarJuro que lo amo con locura a Adam pero no ayuda en nada que le siga mientiendo en la caraaa dioss que darle un buen golpe jajajaja pero eso si me mori con lo de Diego jaja el cura practicamente lo condeno
ResponderEliminarGracias Lia, por un nuevo capitulo,bastante divertido por cierto
ResponderEliminarGraciass Lia por otro capitulo!!Ojala puedas seguir subiendo así de seguido😘
ResponderEliminarDIOOOS POR FIN PUEDO COMENTAR POR AQUII, SII LIA ME EMOCIONO POR ESO LAS MAYUSCULAS, bueno te e estado comentando por wattpad pero por aquí es donde empezó todo así que aquí me veras de nuevo hahaha aunque no me leas (creo yo) pero de igual manera me veras por wattpad ya que ahí me avisa cuando subes capitulo y me alegro que estés de vuelta y de igual manera espero que estés de lo mejor Lia y que te este yendo bien en todo tus aspectos :)
ResponderEliminarHola Lia!!!gracias por este nuevo capitulo, espero que estés bien...hermoso el capitulo como siempre...no me esperaba lo de su mamá!!!me hubiera encantado saber como está Adam por que hasta ahora no entiendo como se desarrolla así la historia y se relacionada con lo que escribiste en el capítulo 7
ResponderEliminarQ cap tan divertido jajjaja muero con anna, yo me pondria igual de nerviosa xq para torpe "Anna" y tambien yo ;) jaja graciaaaasssss x retomar ls capitulos. Gracias, gracias, gracias
ResponderEliminarAnsio leer el próximo capítulo lía, amo tus historias, las mejores😍
ResponderEliminar#AdamWalker❤
Lia!!!! Estoy super picada con el libro, en serio. Dime que publicarás pronto el siguiente capítulo, si no murire lentamente.jajajj ntc pero me esta encantando la historia y me están comiendo las ansias de leer qué sucede después. Espero que lo publiques muy muy muy pronto. Tienes mucho talento. Felicidades
ResponderEliminarMuuuuy buen capituo Lia! Espero poder seguir leyendote!
ResponderEliminarGracias Liaaa <3 por compartir este cap!! necesitaba saber sobre Anna y Adam :c <3
ResponderEliminarPorque será que esto de Rosie y Diego no me da buena espina?
ResponderEliminarPorque será que esto de Rosie y Diego no me da buena espina?
ResponderEliminarHola lía gracias me encanto el capitulo y la novela esta genial,ahora si Anna esta súper enojada y Adam que paso con el sigue pprfabor continua la novela cuando subirás más gracias por ser tan buena escritora
ResponderEliminarNo te olvides de PFQMG 😦😦
ResponderEliminarTE ADMIRO! Me encantan tus novelas.
No te olvides de PFQMG 😦😦
ResponderEliminarTE ADMIRO! Me encantan tus novelas.
Me encanta, el primer libro me lo leí en 2 días, y el 2 todos los capítulos en 1, pero ya no hay más capítulos, estoy desesperada quiero seguir leyendo, cuando vas a publicarlo completo? Estoy emocionada y ansío seguir leyendo, de nuevo digo que me encanto, fascinó, ahhhh me enamore del libro, muchas felicitaciones por escribir tan maravillosa historia
ResponderEliminarNo encuentro el otro capitulo:(
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